La autenticación biométrica —basada en rasgos únicos como huellas, rostro o voz— se ha convertido en una de las principales herramientas para reforzar la seguridad digital. Su capacidad para eliminar contraseñas y simplificar el acceso a sistemas la vuelve clave en la protección de datos personales y corporativos. Sin embargo, su crecimiento también despierta inquietudes: ¿qué sucede cuando esa información sensible queda expuesta? En un mundo donde la identidad digital es el nuevo activo más valioso, la biometría se ubica en el centro del debate entre seguridad y privacidad.
La biometría, como su nombre indica, son rasgos físicos y de comportamiento únicos de un individuo que ayudan a autentificar su identidad e impedir el acceso no autorizado a sistemas y datos. Estos rasgos pueden ser sus huellas digitales, patrones del iris, voz y características faciales. Hoy en día, la biometría se ha vuelto omnipresente. Al fin y al cabo, ofrece una mayor seguridad y resulta muy cómoda para los usuarios.
¿Qué llevó a la aparición de la autenticación biométrica? ¡La respuesta es bastante sencilla! Los métodos de autenticación convencionales, como las contraseñas y los PIN, pueden ser comprometidos fácilmente por los atacantes. Si bien la autenticación multifactorial actúa como un escudo que protege los datos, la biométrica es más segura. Esto se debe a que es inmutable y está vinculada intrínsecamente al individuo. Por estas razones, las posibilidades de falsificar o suplantar los datos biométricos son menores. Esto mejora la seguridad.
Además, la verificación de la identidad de un individuo mediante la biometría tiene una triple ventaja: la reducción del fraude, la eliminación de la necesidad de recordar contraseñas complejas y una experiencia de autenticación fluida y sin fricciones. Como resultado, personas de todo el mundo están adoptando esta tecnología revolucionaria que simplifica sus vidas y protege sus identidades, datos personales y finanzas.
La biometría multimodal hace referencia a los tipos de autenticación biométrica que los particulares y las compañías utilizan en sus operaciones cotidianas para verificar las identidades. Las cuatro formas principales de proteger la biometría son el escaneado de huellas digitales, el reconocimiento de voz, el reconocimiento facial y el escaneado del iris o la retina. De estos métodos, el escaneado de huellas digitales es el más extendido y ampliamente reconocido por su facilidad de uso, rapidez, precisión y fiabilidad.
En la era digital actual, el reconocimiento facial también ha ganado popularidad debido a su incorporación en los smartphones y diversas aplicaciones FinTech. Los demás métodos de autenticación biométrica son menos preferidos, ya que requieren sistemas especializados para registrar y procesar los datos. Adicionalmente, suelen ser más caros que sus homólogos.
Desde el punto de vista de la seguridad, la autenticación biométrica es decididamente una forma potente y sólida de verificación de la identidad. Agiliza las operaciones, mejora la experiencia de los usuarios, reduce los tiempos de autenticación y minimiza la posibilidad de suplantaciones. Además, la biometría ofrece una comodidad notable. Los usuarios pueden completar el proceso de autenticación con solo mirar a una cámara, hablar por un micrófono o colocar el dedo en el escáner de huellas digitales integrado en un dispositivo.
Aun así, la biometría conlleva un buen número de inconvenientes que debemos tener en cuenta. Como se comentó, los datos biométricos son únicos y están conectados intrínsecamente a los individuos. Por esta misma razón, los usuarios están preocupados por la forma en que se recopila, almacena y procesa su información sensible y por la posibilidad de que se utilice para fines distintos de los previstos sin su consentimiento explícito.
En ocasiones, los sistemas biométricos pueden fallar y permitir la entrada de impostores mientras bloquean las solicitudes de usuarios auténticos. Incluso una violación menor de la seguridad de los datos puede tener graves repercusiones para las personas y paralizar completamente las operaciones empresariales.
Teniendo todo esto en cuenta, ¿reemplazará la autenticación biométrica a los métodos de autenticación tradicionales? ¿Serán descartados con facilidad? ¿O simplemente son obsoletos? ¡La respuesta es no! Si bien los métodos de reconocimiento facial y de huellas digitales se han generalizado, aún existen métodos tradicionales como las contraseñas, los patrones, los tokens físicos y los PIN. Lo anterior se debe a que:
Los usuarios están familiarizados y se sienten cómodos con estos métodos.
Los usuarios son reacios a compartir sus datos personales.
Los principales fabricantes de smartphones y los desarrolladores de aplicaciones FinTech son muy flexibles en lo que respecta a la verificación de la identidad. Permiten a los usuarios elegir entre la autenticación tradicional y la biométrica. Esto da a los usuarios la libertad de elegir aquella en la que más confían.
Sin duda, la biometría es la nueva norma en seguridad de datos y una alternativa atractiva a las técnicas de autenticación convencionales. Sobra decir que los sistemas biométricos avanzan notablemente y son casi infalibles. A pesar de lo anterior, existen varios escollos. A diferencia de las contraseñas y los PIN, los datos biométricos no pueden cambiarse. Si se ven comprometidos, quedan totalmente expuestos y pueden ser robados. También existen limitaciones biológicas, como el envejecimiento y las lesiones físicas. La cuestión es si estos sistemas son capaces de adaptarse a esos cambios.
Con la biometría imponiéndose como una de las opciones más atractivas para particulares y empresas, debemos actuar con prudencia y comprender las preocupaciones que rodean su almacenamiento y uso. Es aconsejable mantenerse informados sobre la evolución de esta tecnología para luchar de forma efectiva contra el fraude de identidad.
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Autenticación biométrica: ¿seguridad sin rival o una amenaza para la privacidad?