La tecnología se ha convertido en una herramienta esencial para los clubes de fútbol, sin embargo, esto también los ha expuesto al cibercrimen, que busca aprovecharse de la información sensible y crítica de estas instituciones.
Poco a poco, la tecnología fue ganando terreno en el ámbito futbolístico, tanto dentro como fuera del campo de juego. Por ejemplo, en el arbitraje, la utilización del VAR permite a los árbitros revisar decisiones con el objetivo de minimizar el error y las injusticias; o en el scouting de jugadores, la tecnología permite un análisis exhaustivo para identificar a aquellos talentos que se ajustan a los objetivos del equipo. Sin embargo, a medida que la tecnología avanza, también surge el riesgo del cibercrimen en el fútbol, que puede amenazar la integridad de los sistemas utilizados y la seguridad de los datos de jugadores y equipos.
También, los clubes confían cada vez más en la tecnología de punta para el ojeo y el análisis táctico, manejando datos e informaciones que en su conjunto ofrecen una visión profunda del rendimiento de los jugadores, las estrategias de los rivales y la planificación estratégica.
Ni que hablar de la cantidad de jugadores que llevan rastreadores GPS, pulsómetros y cualquier otro tipo de dispositivo destinados a medir su rendimiento y condición física e información en tiempo real sobre los movimientos de los jugadores, la carga de trabajo y los niveles de forma física.
Por otro lado, las instituciones están aprovechando de manera significativa las bondades de la tecnología para ofrecer a sus aficionados y aficionadas, distintos servicios extras mediante aplicaciones móviles, realidad virtual y hasta realidad aumentada, con contenidos exclusivos y experiencias inmersivas.
Más que peligro de gol, peligro de ataque
La introducción de la tecnología al ámbito futbolístico también tiene un lado B que abrió la puerta a diversos riesgos de ciberseguridad.
Es sabido que los datos personales son el nuevo petróleo para los cibercriminales y los clubes de fútbol se convirtieron en un objetivo muy tentador por la gran cantidad de información confidencial que manejan en sistemas, informes, análisis, estrategias y hasta data sensible de jugadores.
Hoy se encuentran en el foco, con el riesgo concreto de una posible exposición de datos confidenciales como contratos, registros médicos y hasta información de sus propios simpatizantes. Los ciberdelincuentes podrían hasta obtener el acceso a cuentas y transacciones financieras, pudiendo provocar pérdidas económicas más que considerables.
También podrían ser víctimas de ataques de ransomware que puede provocar interrupciones en la operativa del club o un ataque distribuido de denegación de servicio (también conocido como DDoS) que podría sobrecargar los servidores y provocar la caída de sitios web, lo que llevaría a la interrupción de por ejemplo la venta de entradas, la transmisión de los partidos y cualquier otro tipo de servicio digital.
Las consecuencias pueden ser un gol en contra
Para un club de fútbol, las consecuencias de ser víctima de un ataque pueden ser varias y muy peligrosas. Desde el daño a la reputación del club, a la pérdida de la confianza que puede derivar en la no concreción de acuerdos de patrocinio.